El objetivo del ministerio es lograr una adoración más bíblica, más espiritual, más intencional.
Filosofía de nuestra adoración comunitaria
Como leemos en Juan 4:1-26, el pasaje de Jesús y la mujer samaritana, el Padre busca adoradores.
No se trata de tradiciones, tiempos o lugares... se trata de adoración en espíritu y en verdad.
El fin principal de hombre es el de glorificar a Dios, y disfrutar de Él para siempre.
La adoración es el trabajo (liturgia = servicio) de reconocer la grandeza de nuestro Señor. (John Frame)
Es una actividad, no es algo pasivo.
La adoración tiene que ver con lo que amo. Con el motivo por el cual vivo. Tiene que ver con quien soy ante Dios. Tiene que ver con mi corazón. Toda nuestra vida es adoración.
Lo que hacemos en el servicio del domingo es solo una parte de nuestra adoración, es la expresión comunitaria de una vida de adoración.
Nuestra adoración esta centrada en la palabra de Dios.
El presbiteriano, posiblemente más que otras confesiones, históricamente le ha dado énfasis a la importancia de amar a Dios con la mente. Tenemos una pasión por la objetividad, un interés apasionado por la verdad (Juan A. Mackey).
Por eso queremos que en todo esté la Palabra, no solo en la predica, en cada elemento del servicio, en las canciones, en las oraciones, en los anuncios.
En la adoración hacemos cosas familiares y comunes que se trasforman en únicas, especiales, que adoramos.
Adoramos a Dios por quien es y por lo que él ha hecho (John Stott).
La adoración está centrada en Dios (quién es)
Lo aprendemos en su Palabra: por su naturaleza y sus atributos, por su soberanía, por su poder y su autoridad, por sus obras en la creación, por su presencia con nosotros.
La adoración está centrada en el evangelio (qué ha hecho)
Sobre todo lo adoramos por lo que él ha hecho por nosotros en Cristo. Sin Cristo, no tendríamos acceso a Dios. Jesús nos permite llegar a Dios. Y desde la caída, Dios quiere que su pueblo lo adore con una conciencia de su pecado. Por eso hablamos y cantamos de la cruz de Cristo, de su muerte y de su resurrección, de lo que logró por nosotros. Por eso nos reunimos regularmente para re-contar la historia, recordarla, y finalmente responder al evangelio. La adoración habla de pecado y de perdón.
Objetivos del ministerio de Adoración
Buscamos que todo el servicio, desde el preludio al posludio esté cubierto por un halo de adoración. Que todo contribuya a crear y mantener ese ambiente de adoración sin distracciones. Que el adorador pueda escuchar a Dios más allá de todo lo demás. Que quiera y pueda cantar, participando activamente en todos los elementos de la adoración de modo que se propicie y se contagie esa adoración al resto de la semana.
- Tener una adoración significativa, que sea relevante para toda la congregación, que incluya a todas las generaciones, y que contribuya a conocer a Dios personalmente y comunitariamente.
- Ser una iglesia que adora. Alentar la participación de la congregación en la adoración, en el canto, y en las distintas funciones y tareas del área.
- Buscar la excelencia en todo lo que hacemos, ofreciéndole lo mejor que podemos a Dios, y que esto sea una característica distintiva de nuestra adoración.
- Que quien se acerca a mensaje de Cristo.
Nuestra iglesia esta enraizada en la historia, pero queremos hablar el lenguaje de hoy. Queremos que nuestra adoración sea reverente, pero también pertinente. Deseamos que la adoración sea significativa para el adorador y para la visita.
Debemos preguntaros si las palabras, las canciones, las expresiones y tradiciones que usamos dicen lo que realmente queremos que le digan a otros, o si en cambio suenan como un idioma extranjero para aquel que no es de la “familia”. La cultura cambia, los estilos cambian, las tradiciones cambian, los tiempos cambian, pero Dios es el mismo siempre.