El pasado viernes 25 de noviembre tuvimos la oportunidad de disfrutar de “El corazón de la adoración”, un evento en el que música y reflexión se combinaron para dar lugar a una hermosa e íntima velada.
A través de una selección de canciones, articuladas con lecturas profundas y pasajes bíblicos, los músicos del grupo de Jóvenes ofrecieron un recorrido por el significado de la adoración, y los motivos por los que alabamos a Dios. La reflexión comenzó por explicar que la adoración es una actitud de nuestro corazón, mientras que la alabanza se compone de todas las acciones por las que se expresa esa adoración.
Después, las palabras nos invitaron a pensar en quién es Jesús para cada uno de nosotros, en cómo nos hace sentir escuchar su nombre, y en qué dijo él acerca de sí mismo. Luego, meditamos acerca de lo que hizo por nosotros, al rebajarse voluntariamente a la condición de siervo, morir en la cruz y ser resucitado por el Padre. Las lecturas nos llevaron entonces a pensar en lo que Jesús hace en y por nosotros día a día, y cómo nos levanta de nuestras ruinas cuando estamos agotados, lastimados o temerosos. Reflexionamos sobre el valor que tenemos para Dios, y sobre su gracia, que nos habla de que no importa qué tan lejos nos hayamos ido, él siempre va a venir a buscarnos, y nunca nos va a soltar.
Tras una dinámica que nos llevaba a pensar en los motivos que cada uno tenía para alabar a Dios en esa noche, y anotarlos, consideramos el amor de Dios como lo que verdaderamente le da sentido a nuestra adoración, siendo este el verdadero corazón de la adoración: lo que tenemos para traerle a Dios cuando la música deja de sonar, cuando no estamos involucrados en actividades de servicio, cuando no estamos practicando disciplinas espirituales, sino simplemente viniendo a Dios con todo lo que somos, tal y como estamos. Incluso nuestro cuerpo es parte de nuestra adoración a Dios, si nos permitimos ser espontáneos y dejar que nuestra actitud refleje lo que realmente sentimos al orar y al cantar.
Después, la música y las lecturas nos llevaron a meditar en el amor de Dios, que es paciente y bondadoso, que todo lo espera y lo soporta, que no tiene envidia ni rencor y que nunca deja de ser. Finalmente, fuimos desafiados a pensar la adoración como una experiencia que no es sólo individual, sino también comunitaria, y que nos convoca a ser unos con otros como Dios nos invita a ser con él: espontáneos, sinceros, genuinos y humildes. Cuando nos animamos a mostrarnos tal como somos y tal como estamos unos con otros, y nos recibimos en esas condiciones también, la experiencia comunitaria de la adoración se convierte en una comunión vivencial en el amor de Cristo. Y entonces somos realmente libres, y expresamos nuestra gratitud a Dios, entre otras formas, a través de la música, dándole sólo la gloria a él. Para terminar ese momento de profundo encuentro, cada uno fue alentado a tomar para sí los motivos de alabanza y gratitud escritos por otro, con los cuales nos sintiéramos de alguna manera tocados o nos viéramos representados.
En suma, fue una noche intensa y cálida, y una verdadera mirada profunda al corazón de la adoración. Para más información sobre nuestro Grupo de Jóvenes y sus actividades, no dejes de escribir a jovenes@sanandres.org.ar